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Las profesiones del futuro

La reunión anual del “Foro Económico Mundial” del año 2016 se puede considerar como histórica porque allí su Director General, Klauss Schwab presentó de manera solemne el estudio de la “Cuarta Revolución Industrial”. Pero igualmente, porque se puso en evidencia el débil papel que estaban cumpliendo dos estamentos del desarrollo: la educación y en particular la educación superior y las instituciones del estado, en relación con las tecnologías llamadas “inteligentes” que irán a afectar todas las actividades de la vida humana en el futuro.

Históricamente, el mundo había dado tres saltos importantes en la evolución de la tecnología. En el pasado había sido de naturaleza “analógica”, pero de allí había cambiado a convertirse en “digital” y de allí había migrado al ámbito de las tecnologías llamadas “inteligentes”, en torno a las cuales giraba la mencionada “cuarta revolución industrial”. A saber: la revolución de la inteligencia artificial, los sensores, el internet de las cosas, el big data y la biología sintética. Estas modalidades de la tecnología estaban llamadas a incidir en la producción de los bienes del futuro, a facilitar los servicios y moldear la vida de los seres humanos de los próximos años.

Pero, frente a esta realidad, la educación superior se encontraba a la vera del camino. No  era consciente de los cambios que ocurrían en su entorno y no estaba formando los profesionales que iría a requerir el mundo del mañana.

Muy afortunadamente, entre 2016 y 2021 ha pasado una buena cantidad de agua por debajo del puente y, en este momento, la educación superior ha tratado de acortar el tiempo perdido examinando las exigencias que le entorno le formula y tratando de paliar la distancia que estaba perdiendo con respecto a las exigencias del mundo “inteligente”.

Es innegable que el mundo se proyecta a pasos acelerados por el sendero de las nuevas tecnologías digitales y, paradójicamente, la pandemia que afectó todas las modalidades de la economía y la convivencia humana impulsó el ingreso a estas tecnologías, lo que no ha hecho sino resaltar aún más la necesidad que tiene la educación superior de cumplir las tareas atrasadas.

El cambio es visible en todas partes y lo será aún más en el futuro: las cadenas de montaje comienzan a desaparecer y la producción de los bienes se realiza por medio de imprentas 3D, los vehículos no irán a requerir combustibles contaminantes como la gasolina y los derivados del petróleo, sino que serán eléctricos, en el corto plazo, y de hidrógeno un poco más adelante. Igualmente, gracias a la articulación entre inteligencia artificial y sensores irán a ser autónomos, igual que lo serán los aviones y los barcos.

Las plantas de producción y montaje tradicionales están siendo suplidas por procesos automatizados. Es la presencia de la robótica. Otra modalidad igualmente impactante son las “plataformas” que permiten articular la oferta y la demanda de los servicios de manera altamente eficiente. Amazon, Airbnb, Mercadolibre, Ebay, Alibaba y en Colombia Rappi dan cuenta de ello. El mundo de las comunicaciones se transforma y surgen las redes sociales como parte del “cerebro global” que facilita a mucha gente tomar decisiones e interactuar dentro de grupos sin tener en cuenta ni el tiempo ni el espacio.

En fin, el mundo se sumerge en el espacio digital por medio de múltiples interfaces y aplicaciones; todo ello hace que se dejen huellas en todas partes: llamadas por celular, correos electrónicos, mensajes etc. Todos los usos que hagamos del mundo digital dejan huellas. Una disciplina llamada “analítica” se encarga de recoger estas marcas y pisadas y de esta manera obtener que las conductas de los humanos sean perfectamente predecibles.

Muy pronto no será necesario sacrificar animales como reses, pollos, cerdos y peces que se consumen como alimento humano. Con el ADN de estos seres vivos es viable producir en laboratorio filetes producidos en laboratorio que serán llevados a la mesa.

Con todo esto, sin embargo, es interesante constatar que la educación en Colombia comienza a preocupase por apurar el paso para alcanzar el punto que coloca la inteligencia artificial. Lo cual no quiere decir que se trata solamente en las ciencias básicas. También están concernidas las Ciencias Humanas. La razón es muy simple: la inteligencia artificial está orientada a generar mayor bienestar a los seres humanos, lo cual implica que se van a producir cambios en el comportamiento de las personas y, necesariamente, de la sociedad. Vale decir que las ciencias básicas y la inteligencia artificial le están formulando preguntas a las ciencias humanas que éstas tienen el deber de estudiar y responder.

Por ejemplo: ¿es ético producir cambios en el genoma del ser humano acudiendo a la biología sintética?  Si en el futuro vamos a estar involucrados en una total simbiosis con el ámbito digital y cada vez estaremos más interconectados unos con otros, estamos gestando una sociedad involucrada digitalmente, pero aislada física y materialmente. Si el “cerebro global” que son las redes sociales nos permiten intercambiar nuestras opiniones de manera perfecta y en tiempo real, se está generando una sociedad alimentada por contenidos que no necesariamente priorizan el bien general sobre el bien particular. En resumen: las preguntas que la inteligencia artificial formulan a las ciencias humanas las involucran a todas y les piden que se examinen y analicen las implicaciones y los cambios que están ocurriendo y van a ocurrir en el contexto del bienestar humano.

Es por lo tanto muy justa la preocupación de la educación por dar respuesta al mundo del mañana y en consecuencia es, igualmente, pertinente el Foro Académico que la “Red Colombiana de Prospectiva” está promoviendo, con el liderazgo de la Universidad del Sinú y el beneplácito de Asiesca, con el propósito de dar el primer paso en reconocer y poner sobre la mesa las carreras profesionales y los oficios del futuro, desde la óptica de los prospectivistas de América Latina, conjugada con el pensamiento académico de las instituciones de la Costa Atlántica.

Y, por último, necesariamente, después de reconocer el cambio mundial y de poner sobre la mesa la lectura que la educación superior realiza sobre este tema, lo más importante es pasar a la acción, como sabiamente lo expresaba Jorge Luis Borges: “el futuro no es lo que va a pasar sino lo que vamos a hacer”.

Francisco José Mojica

Rio Noticias

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