Tras la caída del régimen baazista de Bashar Al Assad, un lugar ha captado la atención mundial: la prisión de Sednaya, ubicada a 15 kilómetros de Damasco. Conocida como «El Matadero» o la «Prisión del Silencio», este complejo penitenciario construido en 1987 se convirtió en un oscuro símbolo de la represión del régimen sirio.
Sednaya, con capacidad para albergar entre 10.000 y 20.000 prisioneros, fue un lugar donde los derechos humanos parecían no existir. Ni abogados ni familiares podían visitar a los reclusos, y cualquier registro fotográfico estaba prohibido. Hasta ahora, las únicas imágenes disponibles eran captadas por satélite, alimentando el misterio y el horror alrededor del recinto.
Según información difundida por la cuenta @journalite en la plataforma X, las condiciones dentro de Sednaya eran inhumanas. El recinto fue testigo de torturas brutales tanto físicas como psicológicas. Entre los métodos más atroces se encuentra una prensa utilizada para aplastar a los prisioneros, incluso durante ejecuciones. También se encontraron sogas teñidas de rojo y un cadalso empleado para ajusticiar a los detenidos.
La derrota del régimen de Al Assad, consumada en apenas 12 días por una coalición de rebeldes, opositores y yihadistas, dejó al descubierto el horror que marcó la vida de miles de prisioneros en Sednaya. Mientras el expresidente se refugia en Rusia y asegura retirarse de la política para dedicarse a labores humanitarias, los ecos de la barbarie en esta prisión siguen resonando como un recordatorio del oscuro legado del régimen baazista.