El gobierno del pueblo
El gobierno del pueblo nació en Atenas y dio origen al nombre y significado de la palabra democracia (demos y kratos). Desde su origen, recibió el menosprecio y la censura de escritores atenienses de los siglos IV y V «frente a ese experimento de gobierno del pueblo». Consideraban al pueblo incapaz de ostentar el Kratos, o sea el poder de gobernar, y, reafirmaban que el pueblo era ignorante, poco fiable, fluctuante, sensible a los halagos de los demagogos.
En el texto griego: LAS HISTORIAS DE HERÓDOTO, se registra un debate entre Otanes y Megabizo sobre la mejor forma de gobierno. Otanes fustiga la monarquía porque termina en tiranía y elogia el gobierno del pueblo. Megabizo aunque no está de acuerdo que el gobierno lo ejerza una sola persona, tampoco «confía el mando a la multitud».
Eso según él » es totalmente insoportable». Sostiene, además, que el pueblo no tiene visión; «sino que simplemente, cae sobre las cosas y las empuja irreflexivamente, parecido en ello a la cascada de una montaña». Enfatiza en la desconfianza en el pueblo porque según sus palabras es ignorante y actúa sin discernimiento, sin darse cuenta de lo que hace.
Preclaros escritores de literatura antidemocrática como Platón, Nietzsche y otros; identifican al pueblo con los sectores más desfavorecidos de la sociedad y lo califican como una masa informe, integrada por personas ignorantes e irracionales. Ilustran esta afirmación con «los numerosos casos en los que los ciudadanos que ostentan el poder soberano han tomado pésimas decisiones desde la condena a muerte de Sócrates, dictada por un tribunal popular ateniense en el 399 a.C., hasta el voto que llevó al poder a Luis Napoleón, en las primeras elecciones celebradas en Europa con sufragio universal masculino; desde las elecciones que allanan el camino al nombramiento de Hitler como canciller, en 1932 y 1933».
Este pésimo comportamiento, es similar al comportamiento político de la mayoría de ciudadanos colombianos que ostentan el poder «soberano» de elegir a quienes no debían elegir. Y, de esto, hay infinitos ejemplos en todo el decurso de la historia patria de ayer y de ahora.
Este pésimo proceder del pueblo de ayer y de hoy, eligiendo incluso a sus propios verdugos; se debe en parte según Valentina Pazé a que la democracia es un régimen difícil, que requiere de una larga serie de presupuestos sociales y culturales, sin los cuales los ritos de la participación directa o indirecta de los ciudadanos en las decisiones colectivas corren el riesgo de quedar vacíos de significado y de esconder el ejercicio arbitrario del poder por parte de las élites de siempre, capaces de orientar y manipular el consenso en su beneficio.
¡OJO CON EL CONSENSO PROPUESTO POR LOS HUÉRFANOS DE LA MERMELADA!, para conjurar el sartal de inconformidades acumuladas y donde la Reforma Tributaria la retirada y la potencial es el detonante de la justa protesta social en marcha.
Ha habido una histórica incompetencia del pueblo en la toma de correctas decisiones políticas; decidiendo incluso en contra de sí mismo. «Llamativo es el caso de los republicanos franceses que, en 1848, celebraban la llegada del sufragio universal como su más grande victoria, para después despertarse meditando, llenos de asombro, sobre las razones por las que el pueblo les había dado la espalda».
Aristóteles observando la composición social del pueblo que participaba en Atenas en las asambleas, en los tribunales populares y en el consejo de los quinientos; definió la democracia como el gobierno de los pobres. En cambio, definió la oligarquía como el gobierno de los ricos. Y, de inmediato dice que la actividad política requiere tiempo y dinero. Esa forma de pensar ha sido transmitida de generación en generación; y, de ahí la expresión del pueblo cuando rechaza a los candidatos salidos de sus propias entrañas con la expresión: «POLÍTICO MONDAO». ¿Y, tu qué ofreces?
Llama la atención y uno quisiera decir que los triunfos logrados hasta el momento con la protesta social en la modalidad de Paro, son triunfos del pueblo pueblo con necesidades básicas insatisfechas; pero no es así; porque el pueblo pueblo y los menesterosos piensan como los oligarcas y eligen a los oligarcas y hasta los veneran. No tienen pensamiento propio para desgracia de ellos mismos. Tan es así que cuando las manifestaciones pasan por barrios marginados hasta les lanzan improperios a los manifestantes. Y, en algunos casos lanzan ¡Vivas! a innombrables.
En realidad, el día en que el pueblo se forme como «clase para sí», «otro gallo cantará». Y, otros gobiernos, otro congreso totalmente diferente vendrá, y el pueblo dejará de ser lo que ha sido, lo que es, y será un pueblo deliberante y con una comprometida y amplia formación ciudadana, democrática y política¸no fácil de ser engañado por quienes lo han engañado por años.
