El gabinete de seguridad del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, aprobó este jueves la primera fase del plan de paz para Gaza propuesto por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en un nuevo intento por frenar la violencia y encaminar un proceso de pacificación tras más de un año de enfrentamientos intensos en el enclave palestino.

La fase inicial del acuerdo, que ha sido respaldada por Israel y también por Hamás, contempla un cese al fuego que entraría en vigor en un plazo de 24 horas desde la aprobación israelí. Uno de los puntos clave del plan es la liberación de los rehenes que permanecen en Gaza desde los ataques del 7 de octubre de 2023. Según declaró el presidente Trump desde la Casa Blanca, este proceso comenzará entre el lunes 13 y el martes 14 de octubre.

«Es un paso fundamental hacia la estabilidad y una paz duradera», afirmó Trump, al tiempo que confirmó el despliegue de 200 soldados estadounidenses en la región. Sin embargo, altos funcionarios del Pentágono aclararon que estos efectivos formarán parte de una fuerza de tarea conjunta para la estabilización, y que no operarán dentro del territorio gazatí. Su presencia estará limitada a tareas de coordinación y logística con socios internacionales.

A pesar del anuncio del acuerdo, la situación sobre el terreno sigue siendo crítica. La Defensa Civil de Gaza denunció nuevos bombardeos israelíes en el norte del enclave pocas horas después de conocerse la aprobación del plan. Las tensiones han generado preocupación entre organizaciones humanitarias, que se preparan para una posible escalada.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la ONU reiteraron que están listas para intervenir de forma inmediata y atender las crecientes necesidades humanitarias de la población civil en Gaza, que enfrenta una crisis sanitaria y alimentaria sin precedentes tras meses de asedio.

El proceso ahora dependerá de la implementación efectiva del alto el fuego y del cumplimiento de ambas partes en los compromisos asumidos. La comunidad internacional observa con cautela, mientras se abren pequeñas ventanas de esperanza en uno de los conflictos más prolongados y sangrientos de las últimas décadas.